Siempre recordaré que la primera vez que vi el mar, me entró pánico, vi su fuerza y la posibilidad de una enfurecida visita, siendo consciente de su acuoso abrazo mortal. Y pensar que después fue, es, mi amigo de invierno, mi interlocutor preferido en las noches de contemplación, desde la roca estratégica, como el mejor sillón de un confortable salón. Mi mar amigo y yo, nos contamos nostálgicos los veranos y soñamos con futuros al sol, con más verdad y menos exposiciones de lagartos vendiendo la moto vieja...
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada