Muere la tarde, llega la noche y el silencio, aquel que cuenta en gestos y miradas, caricias y sonrisas, los avatares de la vida. Recuerdo los tiempos de colegio, las complicidades, sabiendo siempre de lo que hablábamos, de niños, en sus mil versiones del encanto y la ternura. Ahora, jubilados, vamos, decidimos, compartimos, como en un guión estudiado, casi dos vidas en una, siempre de acuerdo, casi no hablamos, sólo donde no llegan los silencios que son demasiado discretos… ha hecho una tos escénica, quiere decir que saque el lavavajillas y uno, buen interlocutor, se levanta y obedece...
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