Como un clavo,
puntual,
cada día,
acudo raudo
a contemplar
tu paso luz,
desgarbado,
cadencioso,
cual gorrión
en cortejo,
pero sin trino,
con ademán
explícito,
con donaire
para dar...
y vender.
Perpetúo
mi siempre
habitual,
espero
el instante
del remolino,
mi alma
se sumerge,
te amo…
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