Hay gente que tiene un sexto sentido para prever, presentir, intuir, adivinar... las intenciones de los interlocutores dudosos. A mi siempre me faltó, porque ni preveo, ni presiento, ni intuyo, ni adivino nada de todo esto. Soy un buena fe, que siempre supongo que la gente va también de buena fe y, en general, no me ha ido mal, salvo alguna decepción puntual. Por mi culpa, ningún ateniense ha tenido que llorar, dijo alguien con mucho orgullo…
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