Se marchó sin mí... yo ya no trabajo. Ahora duermo, paseo, sueño, escribo. Cuando vuelva, yo ya habré regresado de peripatear por las bellezas de la urbe y el mar, y hablaremos… quizá de algún niño que ejerce de niño, o de algún padre aprendiendo a ser padre, o de algún compañero que se equivocó de oficio, o no hablaremos nada de esto... y haremos proyectos navideños para intentar estar con la familia, esquivando las visitas médicas de reparaciones de chapa y pintura. Nuestro ahora también tiene su gracia, es un constante aplauso por lo sembrado, por lo vivido, y quiera Dios que dure como ahora...
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