Estoy sentado en la estación del ferrocarril, tranquilo, sin prisa, detrás de un cortadito, no espero a nadie, no voy, ni vengo, sólo observo... y diría que los trenes van más bien de regreso, estudiantes con maletas, personas varias que vienen en busca del calor del auténtico hogar. Me hace gracia, los próximos se ignoran pero, eso sí, todos tienen encendidas conversaciones por teléfono móvil. Algún padre espera al hijo, una novia al novio, y alguna despedida... es la estación. Si algún día le diera por hablar, cuantas cosas les diría a todos los que sólo ven los trenes, sin más.
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