No fue una proclamación...
repentina de las euforias,
ni un impacto inesperado
que explosionó sus luces
a punto de delicia,
para esparcirlas entre los incrédulos.
Lo nuestro fue una divina progresión
que alimentaron las sonrisas,
bajo las noches de luna llena,
con cielos de algodón
pinchados por estrellas,
para que llovieran...
mieles de afinidad,
a juego con tus labios.
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