A veces me satisface tener cosas que hacer… programa, horario, prioridades, como cuando era profesor y me pasaba el dia volando, inmerso en mi funcionar habitual. Pero ahora, ya jubilado, también me apetece no tener programa, ni horario, ni prioridades de aquellas que no puedes obviar, y salir de casa para gozar de lo inesperado... un amigo ocasional, un desayuno diferente, un paseo, por una vez sin mar, y el último café, allá donde dicen que lo hacen bien. En mi vida, todas las etapas han tenido sus espacios para el encanto, digo...
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