Desde la ventana del hotel, preciosa terraza que husmea perfecta los alrededores, observo la frondosidad de unos pinos cercanos, están realmente hermosos, no menos que la inmensidad del mar, que parecen competir en belleza natural. No sé si los pinos se azulean, o es el azul cielo de mar quién verdea, sobretodo cuando una ligera brisa de mayo mueve sus ramas cual olas de su mar, que es su amigo y buen vecino de siempre...
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