Viene la niña moza, madre mía, qué frescura, nada de altivez activa,
sólo un brote verde y fresco de una incipiente primavera…
que va ampliando la excelente calidad de sus variadas luces.
Llega la moza ya menos niña, emana un resplandor natural,
son luces de miel o son dulzuras que, como cintas de colores,
parecen anunciar su presencia…
La mujer, ya nada niña y menos moza, ya está aquí, ya llegó,
y el amor se concibe en los silencios de cada admirador.
El poeta lo escribirá en las hojas de una encina centenaria
que sabe un mundo y un cielo de amor...
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