Va pasando el tiempo y uno va aprendiendo incluso a aprender y, al final, como un Sócrates cualquiera, se da cuenta que no sabe nada… De todas formas, sí me veo como una especie de canto rodado, como una piedrecilla redondeada ya por todas partes que, en un meandro del río, reluce coloreada, como tocada por el cariño de los años, habiendo disfrutado de un buen rodaje espectacular. Lo bueno de la vida es que es comparable a una biblioteca de saberes, donde siempre tienes alguna oportunidad para leer algo bueno, bello, hermoso, edificante, emotivo, transformador, algo que te ayude en el camino que no siempre elegimos...
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