Siempre cuento, y además me gusta, que las luciérnagas son como estrellas caídas del cielo que conservan su luz, su bondad, su belleza… y se pasean con cierto misterio por debajo de mi encina centenaria. Pienso en las personas que tienen una cierta luz, proclaman proximidad, son puro consenso, a veces no dicen nada, simplemente están, y tú sabes que están porque su luz tiene un brillo noble, especial, que es pura y sana mediación. Y, hablando de luces, todos tenemos una en el corazón… que es necesario que dejemos brillar.
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