Ella salía con tiempo y yo… como que pasaba por allí, haciendo muy frecuentes las casualidades, y alguna vez me decía… “¿qué, pasabas por aquí?”. Pero una vez me dijo “te esperaba”, y me regaló su mejor y más maravillosa sonrisa. Y yo me deshice en la emoción afín que proclamaba el momento y ella suavizaba y hacía creíble su sonrisa de aceptación definitiva...
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