Puede pasar que alguna vez le hayamos contado nuestros proyectos a la persona equivocada, hemos puesto nuestras ilusiones a su alcance, nuestras esperanzas mejor soñadas y nos hemos encontrado que nos hablan de los castillos en el aire, o te recuerdan el tan cacareado cuento de la lechera. Ni un ápice de acompañamiento, ni comprensión, ni complicidad. En mi caso, si alguna vez pasé por eso, fue un extraordinario alimento para mi orgullo herido y seguir adelante con más ímpetu. Otra cosa diferente es que un amigo te ponga sobre aviso de los posibles peligros con los que puedas encontrarte y estar bien preparado…
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