Aquellos tiempos del erotismo de los tobillos, de la belleza de las mujeres de tez blanca como la leche, de las caídas de ojos, del lenguaje de los abanicos… Aquellos tiempos de nuestros abuelos, donde los pañuelos se caían y eran recogidos cautelosamente por el destinatario oportuno. Aquella timidez, aquella estrechez, aquel qué dirán, no vaya a ser que me tomen por una mujer fácil, o por un hombre demasiado atrevido y poco respetuoso… Aquellos tiempos donde las clases sociales eran incluso menos sociales que ahora, pero en algún aspecto también tenían gracia…
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