Veo el amor de siempre,
sembrado en un campo abonado
y extremadamente fértil,
allí me nacen margaritas de colores,
mis gardenias preferidas,
azahares, tulipanes,
rosas y claveles, azucenas,
y allá, en el valle profundo de lo discreto,
asoma la prudencia de la violeta.
Veo en ti el amor de siempre,
incluso más mejor y más maduro,
tú me creces cada día…
bendiciendo los futuros.
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