Pues no, la princesa no está triste, tiene incluso aquella luz más luz que imploraba un necesitado de claridad. La princesa sonríe y se ríe en el envite, sus felicidades se anuncian en la blancura de sus dientes, que asoman entre los espacios que el sonreír proclama en ternuras. La princesa aparece en la penumbra, ella es encanto y contento, conteniendo esencias y emociones, ella es ritmo y vida, ella es el eco positivo de la voz que clama en los corazones, no en los desiertos...
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