El amanecer, el atardecer… El primero lo aceleras cada vez que has escuchado el tic tac de los latidos que te anuncian a tu amada. El atardecer lo detienes, incluso pretendes parar el sol, allá en sus últimos reductos de despedida, que parecen emular a las estrellas. El tiempo, a veces no existe, otras es eterno, a veces nos falta o nos sobra, incluso lo malgastamos o lo sobrevaloramos. Me gustan los llamados tiempos muertos, suenan a pausa y reflexión…
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