En la plaza donde, por supuesto, está prohibido jugar a fútbol y hacer ruidos, como así lo indican varios carteles en las paredes, observo que hay gran cantidad de niños, unos veinte o más y, como mínimo, la mitad son niñas, algunas participan muy activamente, otras charlan con algún niño, pero el bullicio y la alegría está servida... y a mi no me molesta mucho, sólo han hecho que mi siesta haya sido más razonable y se acorte un poco. Pienso quizá en alguna persona mayor, en algún enfermo y en que deberían tener un sitio para jugar, sin que molestaran a nadie. Verlos fuera es un entrañable placer habitual, en su salsa y buen ambiente feliz...
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