Estoy sentado frente al pabellón polideportivo del Serrallo y, de pronto, un par de parejas de tórtolas aterrizan a mis pies, revolotean de dos en dos, parecen juegos de cortejo, se picotean, aletean exasperadas, hay algún intento frustrado de aparearse, desaparecen, hacen un extraño ruido agudo de despedida… Si levanto la vista, veo las palomas bien alineadas que vienen y van haciendo juegos divertidos. Tórtolas en cortejos, palomas en juego y, en el mar, gaviotas.
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