Si amaina el frío y el viento, me muero de ganas de ir al huerto… las naranjas han de estar de lujo, también quiero ver los arrozales de cerca, el río que viene cargado de las últimas lluvias, también el mar, que come Delta como aquel que cata un manjar y no puede dejar de tragar. Tengo ganas de oír hablar a la gente de mi pueblo, tan apasionados ellos y con su lenguaje tan especial y característico, que a muchos les suena a chino. Tengo ganas de acción y Deltebre, amigos míos, da para mucho, mucho que ver y mucho que sentir...
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