Hoy es de aquellos días en los que uno recuerda lo que ha soñado... un mendigo, ya de cierta edad, sentado en el suelo con bote delante, con carita de benevolencia, le pongo unas monedas y me doy cuenta que fuera del bote hay unas cuantas desperdigadas, las voy recogiendo una a una y las deposito en el bote, casi se lo lleno, y le digo que se tendrá que buscar un bote más grande, y me alejo tranquilamente, no sin antes darle una última mirada y contemplar su cara resignada, sosegada, casi de una emergente felicidad, y yo me voy con cierto alivio y escalofrío emocional...
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