Me cuesta un poco de entender, pero hay gente que odia las fiestas navideñas, supongo que les puede el amargo efecto de las ausencias y que no superan las sillas vacías, aquellas que tanto amor contenían… Yo también, en algún momento determinado, sufro el apagón de las ausencias pero paso, con cierta rapidez, a revivir los excelentes momentos que pasamos, de amor y paz, y hasta me cae alguna viva lágrima de la mejor alegría...
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