dimarts, 22 de desembre del 2020

Un santo varón, mi padre...


Son tiempos de nostalgias, de recuerdos entrañables de aquellos que nunca se fueron, ni se irán… Mi padre y yo, de muy niño, en el huerto, el regando el maíz y yo matando alemanes (bichos) de las plantas, luego nos sentábamos debajo del inmenso níspero para beber agua y reponer fuerzas y, a veces, antes de ir para casa, nos íbamos a tomar un aperitivo, antes de comer... me encantaban las olivas rellenas y los berberechos. Mi gran padre, un muy buen hombre.

 

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