Ya saben, una barca con los remos subidos,
un río tranquilo oliendo ya a sal, una brisa suave,
la barca blanda como la cuna que mece, que acaricia.
Las cañas como los habitáculos de los ánades,
y los arrozales, verdes alfombras interminables,
mares verdes de ensueños y puras esperanzas posibles.
Alguna rana croa, algún flamenco vuela,
pero nadie molesta a nadie, la barca, mi barca,
va a merced de los destinos sin propósito,
la barca me mece y yo duermo y sueño, sueño…
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