Podría, y además me gusta, hablarles del color del agua, serán mis ojos que de lejos ya les cuesta apreciar las maravillas naturales, o la luz del sol sobre ella, que me hace verla, en los lagos, del color de la esmeralda. El agua, la potable, es incolora, inodora e insípida, nos contaba el maestro, pero yo ya buscaba sus colores en los arrozales, en el canal de la izquierda del Ebro o en algún desagüe de mi querido Deltebre…
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