Cuando voy de viaje de Imserso, me encanta ver a la gente de otras partes. Son, como diría mi amigo, catedrales bien conservadas, donde se observa el paso del tiempo y de la historia. Los veo bailar con la paz de los bailes lentos, pero también puede observarse algún cambio de ritmo con el que se intenta sorprender de forma cómica y artística. Los ves en el comedor siendo solícitos el uno con el otro y se escapa alguna sonrisa de complicidad y de amor del bueno…
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