Siempre pienso y me congratulo de mi vida contigo y, a veces, hasta juego a imaginarme cómo sería en otras partes, en nuestro Delta mágico, catando maravilla de colores, bañados por el más generoso de los soles, con mar y río y gentes que tienen el corazón en la boca. Cómo sería nuestra vida en la montaña, ya saben, con la casa de madera y el río nervioso, siempre vivo y ansioso por abrirse camino, con la nieve cerca y nuestro frigorífico lleno, un café, un libro, o dos, o más. Cómo hubiese sido nuestra vida de profesores en Andorra, como pensamos una vez y que desistimos para poder cuidar de nuestros padres... el sueldo era casi el doble que aquí y las posibilidades de establecernos y prosperar, en tan estratégico lugar, eran sustancialmente apreciables. Bien, mi vida contigo tenía cabida en muchas partes, seguro, pero en lo que nunca pienso es una vida sin ti, no tendría sentido, sólo un deambular por las sombras...
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