Por las ventanas ya no se ven claveles, aquellos de olor inconfundible que tanto me gustaba, las rosas ya no huelen, sólo algunas, las margaritas ya no son únicas y maravillosamente blancas, ahora hay de colores, son más pequeñas, menos margaritas… Las primaveras son un poco diferentes, quizá de tanto verlas, cantarlas, usarlas, han perdido su esplendor… o es que soy yo, que me las miro desde mi otoño invernal, y claro, no son las mejores condiciones para apreciar la floración…
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