La simpatía natural, el don de gentes, aquella condición de entrañable, que no se adquiere sino que se nace con ella, aquella sonrisa en los ojos que parece emerger de una alma sana, aquella convicción en el decir, en el estar, en el hacer… Hay personas así, que te atraen por su simple bondad, porque te das cuenta de que no te venden nada, son así, un gran tesoro, inmenso. Luego están los otros, los que lo intentan, incluso son buenas personas, pero no están cubiertos por ese cobijo que parece divino, y lo intentan, pero no son los escogidos entre todos los llamados. Finalmente están los que no lo intentan, son negativos, nulos...
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