Era rubia natural, de verdad, y en mi zona mediterránea no abundaban. Era noticia, novedad, parece ser que venía del norte con la bien ganada fama de las suecas… Parecía traer la esencia de todas las auroras boreales, el azul de los mejores mares en sus ojos, y sus cabellos eran dorados como los campos de trigo al sol. Me parecía una diosa del Olimpo y me hubiera gustado tocarla y poder comprobar que no era un sueño, que era real, de verdad… diosa rubia.
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