Y en los tiempos de soledad y misterio,
la imaginación vuela, atraviesa el alba,
se encumbra en los abetos, acude al bosque,
bebe de la fuente que riega los suspiros y las fantasías.
Ella no lo sabe, pero le hablo hasta los mágicos,
ya poco oscuros, del amanecer,
mi voz se doctora en gravedad diáfana,
el verbo desprende verdades, sin adornos decorativos,
sólo un alma encendida en sentidos estéreos…
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