Es negrito, bien plantado, pelo rizado… lo veo por las rejas del patio del colegio, juegan un partido de fútbol, la coge y mete un zurdazo que se cuela por la escuadra. Todos corren para abrazarlo, lo derriban y le caen todos encima, poco a poco se va recuperando, sus ojos inmensos lagrimean, cierra los puños, eleva sus brazos al cielo agradeciendo su éxito, como un Messi cualquiera. Y yo, como siempre, pienso en otras cosas, todas positivas, en la buena integración, en la convivencia…
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