Soy el balido manso de una oveja en celo,
el aroma puro de los nardos,
el suspiro tenue de la adolescencia.
Soy el que alienta al lucero del alba...
para que haga estragos con el mejor amanecer.
Soy aquel verbo que no hay forma que rime en tu oído,
soy la impaciencia, el deseo, la ofuscación,
y también soy la resurrección...
que empieza con la luz de tus ojos.
Y soy la brisa mayor, hija de los vientos buenos,
que levanta las hojas en vuelo y refresca las mentes pensantes,
soy el jilguero que canta al amor y el ruiseñor que sueña,
y la ardilla que salta como locura, de pino en pino.
Soy cerilla de incendio fácil,
soy un sueño quebradizo, soy... tú amor eterno.
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