He ido a la peluquería, cabeza al cero y barba al uno y medio, porque ya estamos en primavera y hay que despejar las azoteas. La peluquera me ha puesto una bata negra y, al empezar a pasar la maquinilla, parecía que estaba cayendo nieve, hermosos copos de un manantial en arrabal de senectud… Fueron negros, un día, bueno, algunos más.
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