Que no llegue el frío al alma,
que no cese el calor de tus ojos,
que tu mano nunca deje de ser
el termómetro del afecto,
la paz tranquila, sosiego de hogar.
Que nunca se aleje, nunca, tu proximidad,
el silencio de tus consejos más efectivos,
que nunca me quede sin las alas de tu sonrisa
y, en el vuelo, no importen los espacios,
sólo el eterno circular a dos,
que incluye suelo y cielo…
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