A veces pienso que no hablo, que sesteo y me alejo de la excelencia de la comunicación. Pero me consuelo con mis pequeños relatos, que me brotan después de alguna reflexión con sonrisa, con mis sudokus de nivel difícil, que suelo completar, e incluso de alguna partida de ajedrez con la máquina, que me hace ejercitar bien. Adoro mis silencios con Teresa, son muy edificantes, profundos, de una excelencia de magias musicales, de un placer donde el amor se recrea, nunca se va la palabra, se hace vida…
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