Mi mujer y yo parecemos dos niños... con nuestras maravillosas miserias humanas. Estamos de renovaciones varias en el piso. En la habitación, dos camas articuladas con mando automático que son una delicia práctica, y sobretodo cómoda… claro esto supone una remodelación de toda la habitación que nos distrae mucho. En el comedor hemos adquirido dos butacas, a las que solo les falta cantarnos una nana, para ser un lujo total… te suben, te bajan, te recuestan... con solo pulsar un botoncito. Jugamos, pero esto son juguetes de la tercera edad, ¿verdad? Como dicen que nunca hay que dejar de jugar, pues a obedecer tocan…
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