Tienes la sonrisa cómplice de las dalias,
el poder de convicción de los nardos,
la discreta y maravillosa prudencia de las violetas,
la experiencia curtida en más de mil batallas de los jazmines,
el aroma y la belleza de un clavel reventón,
la pureza de una rosa blanca que en cualquier maldad fuera delito,
la cuerda resolución de una margarita que siempre acaba en sí.
Tienes el espectacular amarillo de la genista,
pura y sana libertad amarilla, noble aspiración genial.
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