Estoy impresionado con la naturalidad, la espontaneidad, la transparencia, la afectividad, el arrojo, la ternura, la entrega, la fidelidad, la verdad que había en mi perro… Él me esperaba, me hacía una fiesta cada vez que me veía, y yo lo acariciaba hasta que conseguía calmarlo, luego le daba una galleta de premio y lo sacaba de paseo por el río. Allí se saludaba con algunos amigos, luego subíamos a casa, comía y se dormía tranquilamente en su cama hasta el día siguiente en que, al oír el despertador, venía a saludar y pretendía subir a la cama, cosa que alguna vez incluso conseguía y nos hacía reír. Delicia de animal, una ricura, entrañable total.
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