La niña tiene los ojos de su madre, y ambas los han heredado de mi abuela, lo que pasa es que han enverdecido un poco… En la comida de las Teresas, las tenía frente a mi y observaba su belleza natural pero aumentada por ese toque sutil, azul de verde oliva y una borrasca de marrón de luz. En fin, ni les cuento, mi abuela revive en el cielo, cada vez que las mira, emocionada, feliz...
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