Como cada año por este tiempo, me quedo boquiabierto mirando las hojas que llueven de los plataneros… cojo una con la mano y observo su perfección, su trazo y simetría, su color que va olvidando verdes y tiene espacios que recuerdan al cuero. Unas hojas secas, incluso alguna flor que se resiste para dar constancia del verano, unos amarillos que vuelven, unas otoñales que pasean su gracia perpetua, e incluso algún invierno, que se cree otoño veraniego…
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