La luna sestea entre las nubes negras,
reinan los oscuros pálidos,
la noche se anuncia larga y fría,
y un vientecillo que cala los huesos,
por su humedad manifiesta va transmitiendo
por todos los espacios esta sensación invernal.
Calles medio vacías, alguna nariz roja,
orejas bajo gorros de lana,
bares con estufas que invitan al refugio,
cafés humeantes que seguro que convencen,
y las mesas se llenan, y la gente habla,
en vivo y en directo,
algunos incluso se reconocen simpáticos,
agradables, buenos comunicadores,
buenos amigos, gente absolutamente normal…
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