Me gusta pasear...
por las calles vacías de mi infancia,
recordar sus luces escasas,
donde tomaba especial magnitud,
la aparición de la luna,
que me parecía siempre llena,
o al menos muy generosa.
Ahora están más llenas,
pero sus luces...
no tienen aquel resplandor,
ni sus paseos tienen el aliciente
de aquella primera juventud,
donde todo se magnificaba
ante la presencia de unos ojos
que sonreían con naturalidad.
Aquel camino que llevaba a la era,
era tu camino, el nuestro,
y hoy lo recorto contigo,
vamos más lentos,
pero vamos… los dos.
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