Las rutinas, a veces, están bien, son protocolo, educación incluso, costumbre y cortesía, pero son un poco desairadas... los apretones de manos que no aprietan, los besos que no besan, o lo hacen con labios fríos, o los abrazos donde nada te cruje. Cuando observas estos comportamientos habituales, siempre pienso en la condición humana, sobretodo cuando en cada contacto hay verdad y sentimiento, y si la educación se vale de todo esto, pues, bienvenida sea, ¿verdad?
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