El mar azulea tranquilo,
muestra su belleza de cielos
y de cuantos presumidos
se miran en su espejo.
Hay un paseo de paz y de recuerdos,
se huele sólo a sal yodada
y a suspiros que aún perduran,
sin evaporarse, del reciente verano.
Buscaré un nuevo acantilado solitario,
y me recrearé, regocijándome,
en la inmensidad ondulada...
donde flotan las rosas blancas.
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