Vete a ver las amapolas, los frutales en flor,
las rosas de colores y concéntrate en el blanco.
Vete a ver el mar y cuéntale que te cuente
de sus experiencias veraniegas,
y verás que en él caben los ciertos y los circos,
y que termina cansado de tanto hospedaje consentido.
Vete a ver el río que baja entre chopos y parece tener prisa
por abrazar el mar, que es su padre final.
Mejor ven y vamos de la mano,
a gozar y a gozarnos por la vida bucólica…
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