Hoy no tenía buena cara...
en lugar de pasear sus cielos,
paseaba sus miedos,
sus vacilaciones, sus dudas.
No, no tuvo el acierto...
de quedarse en casa,
para hablar con el viento
de una ventana discreta,
oxigenar su cabeza,
recuperar su sonrisa
y la luz de sus ojos,
y entonces salir,
no a comerse el mundo,
sino a mi, que estoy riquísimo...
incluso sin patatas.
Supuesto y fácil suponer,
te espero con la felicidad
...de toda esperanza.
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