Estoy en un bar de Tarragona, reservado, sin bullicio, casi se presencia la calma de la mar cercana, una música de aquellas que te deja escribir, y cuando reparas en ella te envuelve, como si la musa de la inspiración se activase en suavizados lúcidas. Un café con leche y un mini de atún, y un repaso a la actualidad deportiva. De política ya no se habla, ha muerto del todo, ahora la corrupción hace su justicia.
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