Estar con tu amor a la luz de un candil,
sin más música que la que arranca la brisa
a las pequeñas hojas de una encina centenaria…
Aquellos tiempos de los abuelos que no tenían luz,
y se reconocían por la voz,
en el saludo previo al trabajo de sol a sol…
La cara blanca de moda,
la tentación de un tobillo al descubierto,
la caída de ojos, el lenguaje de los abanicos…
Estar con tu amor a la luz de un candil,
y alguna vigilancia, una carabina, vaya.
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